Tras la lesión de mi dedo, y casi después de dos meses hoy regresé a la cocina.
No fue algo planeado, pero ayer fui a Bacus, un lugar de esos que hacen única a la Cd. de México, es un lugar donde venden vinos "curiosos" o "raros", todo bonito. Fue allí donde vi un Oporto que nunca había visto, pero el sommelier me lo recomendó mucho, Oporto Fonseca, mismo que aquí se los pongo.
Viendo hoy por la tarde qué preparar para la comida, Salomón descorchó el oporto y el aroma innundó todo el comedor hasta la cocina, entonces mis manos se movieron solas. El resultado fue el siguiente:
Entrada: Langostinos al mojo de ajo con mantequilla, guarnición de lechugas frescas y champiñones (hongos) al cebollín.
Plato: Conejo al chileajo con la misma guarnición (lo verde ayuda a la digestión), con frijoles pintos de olla.
Copa de Oporto Fonseca tradicional.
Postre: Mamey maduro en su punto, en cucharadas, servido en su copa, con helado de moka, chocolate, nuez y vainilla.
¿Se les antoja?
He de decirles que la mezcla tiene sus consecuencias... jijiji. Eso sí, muy provechosas para estar felices.
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