jueves, mayo 16, 2013

La mirada de Coqueta


Esa mirada tenía Coqueta, esta perrita que mi mama adoptó ya grande. Toda su vida tuvo esa mirada desde que llegó a vivir con mamá, siempre agradecida, siempre alegre. Mi mamá me decia que la perrita bien sabia que por fín había llegado a "su hogar".
Coqueta murió el año pasado, tuvo una muerte lenta y triste, y hasta el último minuto de su agonía mi mamá no se despegó de ella, y ella le miró en todo momento, hasta que expiró.
Mamá ahora tiene el regalo de haber compartido su vida con Coqueta, de momento le llora, de momento rie al recordar tantos momentos alegres que compartieron.
Una anécdota final, Coqueta aprendió a sonreír, cuando mamá reía ella también reía, y nos miraba. Si nos reuniamos a reirnos, como solemos hacerlo cuando estamos juntos, ella estaba ahí y sonreía a carcajadas con nosotros; como era de esperarse era un efecto vicioso, ella reía porque nosotros reíamos, y nosotros volvíamos a reir de ver lo chistoso que se veía ella al reir.
Seguro San Francisco de Asís la tiene en su jardín, corriendo tras las mariposas y viendo en la puerta de entrada cuando sus amigos vayamos a visitarla en el viaje que todos haremos en algún momento, al final de nuestra existencia aquí.

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